viernes, 17 de julio de 2009

El gato y el bateador. (I)


Capítulo 1. Las palabras de Tsuna y los celos de Smoking Bomb

Aquella mañana, hacía un calor abrasador. Las chicharras cantaban escandalosamente pegadas a las cortezas de los árboles y si uno se paraba a mirar el horizonte, las cosas danzaban alegremente delante de sus ojos.

En aquel 6 de agosto, se celebraba entonces la importante final del campeonato de Baseball en el Centro de Educación Secundaria “Nanimori”. Todo el mundo había estado hablando de aquel acontecimiento durante las últimas clases del curso, pero nadie había tenido tantas ganas de que llegara ese día como él.

El joven bateador se secó el sudor con el dorso de la mano y estudió al lanzador detenidamente. Sus miradas se cruzaron un instante y este último sonrió, seguro de sí mismo. Lanzó la pelota con todas sus fuerzas. El joven la vio acercarse, con los ojos fijos en el proyectil.

Entonces, en un movimiento ágil y silencioso, Yamamoto Takeshi bateó.

La grada entera se levantó al instante.

¡¿HA HECHO UN HOME RUN?! – Exclamó perplejo, un muchacho moreno que veía como la bola se perdía de vista tras pasar el edificio principal – ¡YAMAMOTO, ERES INCREIBLE! ¡BIEN HECHO! – Le gritó al bateador, mientras el otro sonreía de oreja a oreja.

¡Woah! ¡Hemos ganado el partido! – Dijo una de las chicas que le acompañaban, dando saltitos – ¡El equipo de Nanimori a ganado al de Hanaduki! ¡Es maravilloso, Kyoko! Tenemos suerte de contar con grandes jugadores como Takeshi –.

– ¡Siii! ¡Es genial, Haru! ¡En cuanto salga iremos a felicitarle! – Respondió la otra, alzando un poco la voz para que sus compañeros le escuchasen, debido a los bitores y los gritos del resto de espectadores que cantaban el himno del Instituto Nanimori, junto con el nombre de su bateador estrella.

¡Hemos ganado, hemos ganado! – Canturrearon al unísono Lambo, I-Pin y Fuuta.

– Esta noche habrá que invitar a Yamamoto a un sushi diferente al que hace su padre, ¿No te parece, Tsuna? –Dijo la madre del chico moreno, pensativa– Tendré que pasarme por el supermercado antes de regresar a casa… –.

– No creo que sea para tanto festivaleo… – Comentó el de cabellos plateados, mirando hacia otro lado.

¡Claro que sí! ¿No te parece genial, Gokudera? ¡Apuesto a que nadie sería capaz de hacerlo además de él! – Le contestó Tsuna, eufórico.

El guardián de la tormenta abrió los ojos, sorprendido por la respuesta del Décimo Capo Vongola. Las palabras del chico rasgaron el orgullo del de ojos grises.

Claro que yo podría haberlo hecho… Contestó él, una vez que Tsuna se había vuelto hacia Lambo, que pedía caramelos lloriqueando.

Tras reunirse con el resto del equipo y recibir los honores como legítimos ganadores de aquel Campeonato juvenil, Yamamoto se acercó a sus amigos.

¡Felicidades! – Gritaron todos a la vez.

Buon lavoro, Yamamoto. Un guardiano degno deve conoscere come in modo da risolva una situazione como esta. Lástima che non stava piovendo. – Le dijo el pequeño arcobaleno, estrechándole la mano.

¡Vaya, gracias Reborn! Puede que las cosas de mafiosos no siempre me salgan tal y como las digo, pero en el baseball las cosas son muy diferentes. – Aseguró él, con su sonrisa constante.

– ¡Menudo zambombazo le has dado! ¡Ha sido espectacular! – Dijo Tsuna, dándole un golpecito en el hombro a modo de afecto.

El hecho de que todo el mundo estuviera pendiente del joven Takeshi hizo que nadie se diese cuenta de la ausencia de aquel muchacho fumador que les había acompañado durante toda la duración del partido.

“Smoking Bomb” se encontraba entonces en la salida del Instituto Nanimori. Sacó un mechero de su bolsillo y encendió el cigarro, sosteniéndolo entre los dedos. Se sentía extraño. Una sensación amarga le embargaba el corazón, le hacía bullir la sangre.

De repente, una mujer de cabello rosáceo se plantó delante del Guardián de la Tormenta. Este ahogó un gritó y cayó al suelo, cerrando los ojos con fuerza y agarrándose el estómago. La mujer sonrió, acostumbrada a su reacción al verla.

¿Qué te ocurre, hermano? – Preguntó agachándose junto a él, con preocupación.

¡N-Nada! ¡Aléjate de mí! –Le contestó Gokudera, cerrando los ojos con más fuerza aun y haciendo esfuerzos por no abrirlos– ¡Déjame en paz, Bianchi! – .

– Estas celoso, eso es lo que te ocurre. Lo puedo leer en tu cara –. Le respondió esta, ignorando su petición de marcharse.

– ¡C-Cállate! – .

– No soportas que Yamamoto se gane con tanta facilidad el corazón del Décimo ¿no es cierto? No aguantas ver como Tsuna le alaga tan felizmente, cuando a ti jamás te ha mostrado esa afinidad – Continuó diciendo, divertida.

¡He dicho que te calles! ¡Déjame tranquilo! – Le gritó enfurecido, retorciéndose en el suelo luchando contra las ganas de levantarse y golpearla.

Bueno bueno, ya te dejo ya te dejo –Contestó Bianchi suspirando, levantando las manos en señal de disculpa– Pero que sepas que quedándote solito lloriqueando no vas a solucionar nada.

Y acto seguido, se marchó.

Gokudera abrió los ojos al fin y observó callado como su hermana desaparecía en una esquina. Suspiró, aliviado.

Se levantó y se sacudió la ropa. Refunfuñó al ver que se le había caído el cigarro y sacó de nuevo el paquete plateado, dispuesto a sustituirlo.

Bianchi tenía razón. Sentía unos celos terribles por Yamamoto. Incluso se había sorprendido de lo bien que había sabido interpretar sus acciones su hermana. El simple hecho de pensar que no llegaría a ser una buena mano derecha le atemorizaba. Frunció el cejo.

No iba a permitir que ningún freaky del baseball le hiciese temblar.

Comenzó a andar decidido hacia el interior del instituto, de nuevo. No le importó que Haru y Kyoko le vieran, o que esa pesada de la vacaburra se le pegara a los talones. No. Iba a hablar con Yamamoto. Sí, lo había decidido en aquel mismo momento. Se iba a enterar con quién estaba jugando ese idiota, nadie hacia retroceder a Hayato Gokudera.

Cuando por fin divisó al bateador, junto con el resto de compañeros, se plantó delante de él y le señaló con el dedo. Si Tsuna le dijo algo, no le escuchó.

Mañana al anochecer, en el parque de Nanimori. Te espero ahí –. Soltó, sin más, ante la atónita mirada de Yamamoto y la del resto de la Famiglia Vongola.


Continuará...

2 comentarios:

Shoichi Patrix Paradas Phoenix dijo...

A saber que ocurre, pobre Yama xD.
Mola, molaaaa.

Namarie.

Yoru (L) dijo...

xDDDDDDD