jueves, 16 de julio de 2009

El relámpago y el arcobaleno.


Capítulo 1. La Fuerza de Voluntad

Un estruendo a lo lejos, un resplandor repentino y un viento helado hicieron que el joven mirara hacia el cielo. Unas gotas diminutas le cayeron en la cara y este se secó las mejillas con la manga de su camisa. Un escalofrío le recorrió la espalda y entonces, comprendió que debía ponerse a cubierto.

Algo se lo negó. Una fina vocecilla en su cabeza le exigió quedarse donde estaba, allí, bajo la lluvia, expectante. No le iba a permitir que una simple tormenta le hiciese abandonar el auto-castigo que se había puesto, por su falta de valor. Además, ¿no era él el guardián del Relámpago?, no iba a asustarse por una pequeña descarga. Era lo que se merecía, se repetía una y otra vez, por ser tan estúpido y tan idiota. No se merecía nada más que sufrir, pero sufrir en silencio y por supuesto, totalmente solo. Dolor, solo… dolor.

El joven tiritó.

Las gotas de lluvia caían con cada vez más fuerza sobre la tierra y en pocos minutos, el muchacho acabó empapado de pies a cabeza. Los cabellos negros se le pegaban a la frente, mojándole la cara, y el agua delineaba su rostro, cayendo al vacío una vez que habían recorrido la forma de su marcada mandíbula.

Entonces, miró al suelo, con los labios fruncidos. Observó su reflejo en un charco que comenzaba a formarse a sus pies y las pupilas verdes de aquella figura se fijaron en las suyas. Cerró los puños, enfadado y entristecido, por la imagen tan patética que daba.

Así, desde luego, jamás se fijará en ti – Le dijo aquella vocecilla de su cabeza.

El joven soltó un gimoteo y cayó derrumbado al suelo. Se encogió como si fuese un pequeño animalillo y se tapo la cara, comenzando a llorar desconsoladamente.

Es cierto, jamás se fijará en mí – Pensó, cerrando los ojos con fuerza. De ellos brotaban miles de lágrimas que se confundían con las gotas de lluvia que aun seguían mojándole el rostro– Por muchas cosas que haga y por muchos intentos que haya tenido de llamar su atención, jamás y nunca me hará caso. ¿Qué tengo que hacer, Señor, para que por un solo instante, me mire sin que sea una mirada cargada de odio y rencor? ¿Qué debo hacer para que, por una vez, cuando me toque no sea para lanzarme lejos de él? ¿¡Qué diablos tengo que decir para que cuando me hable, no me suelte una frase mordaz en la que me recuerde lo mucho que le molesto!? ¡¡¡¿QUÉ DEBO HACER PARA PODER HACERME UN HUECO EN TU FRÍO CORAZÓN?!!!

¡Por mucho que gimotees y te deshidrates en el suelo llorando, no te va prestar atención! ¡Si quieres que te haga caso, levántate como un hombre y sé fuerte! Le contestó automáticamente, aquella vocecilla de su cabeza ¡Sé fuerte y deja de lloriquear como un niño pequeño! ¡Levanta, asquerosa Vaca llorona!

Pero es que… yo no sé ser fuerte… – Pensó de nuevo, desanimado.

¡Pues levántate y aprende! ¡Si tanto le amas, levántate!Le respondió, gritando con fuerza, de manera que sus palabras retumbaron en sus oídos ¡Si te quedas ahí quieto lloriqueando, olvídate de cumplir todos tus sueños!

Una extraña fuerza tiró del joven hacia arriba y lo levantó del suelo repentinamente. El muchacho abrió ambos ojos de la sorpresa – por primera vez, ya que siempre acostumbraba a cerrar una de sus transparentes esmeraldas al público – y retrocedió un paso, asustado. Pero una vez que asimiló lo que le había dicho su conciencia, miró al frente decidido.

Una sacudida le recorrió todo el cuerpo y una sensación desconocida le embargó el corazón. ¿Sería el amor que llevaba dentro, y que por fin había despertado de verdad? ¿Sería algo que habría comido antes, algo envenenado preparado por cierta chica? ¿O sería aquel valor y aquella fuerza de voluntad que siempre había estado buscando por todos lados, pero que no se había dignado a aparecer? No lo sabía, no sabía que era ese sentimiento que le hacía bullir por dentro, pero lo que sí sabía, es que iba a hacer caso a aquella vocecilla que habitaba en el interior de su cabeza. Iba a dar un paso al frente sin temor por primera vez en su vida, iba a aprender a ser fuerte.

Voy a hacerme digno de ti. Y cuando me haya convertido en una persona fuerte, iré a por tu corazón. ¡Espérame, porque voy a ponerme a tu altura… REBORN! Gritó a pleno pulmón, mientras el sol comenzaba a salir de entre las nubes, cegándole por completo.

2 comentarios:

Shoichi Patrix Paradas Phoenix dijo...

¡¡¡¡SIIII!!! ¡¡Dale caña Lambo!! XDDD.
Mola el comienzo del fic ^^, mola mucho, mucho.
Te quiero.

Namarie.

Yoru (L) dijo...

xDDDDDDDDD Lambo es tan mono y tan... ains (L)

Pero por muchas ganas que tenga, Reborn le va a dar de lo lindo XDDDDDDD